Hoy hace 1 año de tu accidente
Esta madrugada hace un año que nuestras vidas quedaron hechas
añicos. Todavía me cuesta creerlo.
Con frecuencia retumba en mi cabeza el sonido del teléfono y
aquél policía que trataba de explicarnos en inglés la gravedad del accidente
que María y su novio acababan de tener.
Algo instintivo me llevó a pensar aquella noche que no
habría retorno. Sólo pedía entonces que mi hija “resistiera” para que pudiéramos
verla con vida. Y María, que ya no estaba, nos esperó. Gracias hija. De alguna
manera inexplicable, se que querías que estuviéramos a tu lado.
Supe meses después de tu muerte, querida hija, que tenías previsto darnos una sorpresa y presentarte
en casa el día 19 para pasar las navidades con nosotros. Casualmente tu billete de avión de regreso a Londres era para el día 5 de enero, de modo que el destino nos concedió justo los mismos días que tenias previsto compartir con nosotros, pero de otra manera.
en casa el día 19 para pasar las navidades con nosotros. Casualmente tu billete de avión de regreso a Londres era para el día 5 de enero, de modo que el destino nos concedió justo los mismos días que tenias previsto compartir con nosotros, pero de otra manera.
Con desesperación descubrí en segundos la fragilidad de ese mundo que ilusamente había forjado en mi cabeza: ver felices a mis hijos, disfrutar de esos nietos que llegarían, envejecer junto al hombre que amo… No es que esperase nada extraordinario, sólo vivir, disfrutar, reír. Ahora sé que durante un tiempo lo tuve todo y que fui una gran afortunada.
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Cuando estás cayendo al vacío y las tinieblas tiñen tu vida por segundos, junto al dolor, al temor, a la impotencia, en mitad de la negritud, descubres otras muchas cosas de las que apenas habías sido consciente: el amor en mayúsculas. El amor que María nos regaló y el amor con el que la rodeamos cada día de su vida, el amor incondicional de Luis, el amor y el valor sin igual de nuestro hijo David y nuestra querida Emma, la entrega de nuestra familia, el apoyo sincero de los amigos, y la comprensión y ayuda de muchos desconocidos.
Cuando estás cayendo al vacío y las tinieblas tiñen tu vida por segundos, junto al dolor, al temor, a la impotencia, en mitad de la negritud, descubres otras muchas cosas de las que apenas habías sido consciente: el amor en mayúsculas. El amor que María nos regaló y el amor con el que la rodeamos cada día de su vida, el amor incondicional de Luis, el amor y el valor sin igual de nuestro hijo David y nuestra querida Emma, la entrega de nuestra familia, el apoyo sincero de los amigos, y la comprensión y ayuda de muchos desconocidos.
Me cuesta digerir que no estás, pero querida hija, quiero
que sepas que cada día pensamos en ti. Que las lágrimas y algunas risas se
mezclan cuando te nombramos. Que nos acompañas en nuestros paseos con Gos por
el parque, que imaginamos tu mano en la brisa que mueve el abeto de la terraza,
que cuando miramos al cielo y vemos un avioncito te deseamos buen viaje, que te
sentimos a través de la música… que te soñamos entre dulces de chocolate y
galletas de mantequilla y que aunque todavía nos cueste hacernos a la idea de
que tu partida fue definitiva, tratamos de vivir siendo mejores personas para
que te sientas orgullosa.
Quiero que sepas, que tus amigas nos llenan de besos y
achuchones, que David nos cuida y nos mima por los dos, que Alex sigue
tímidamente presente en mi vida y que aquí, la vida sigue María. No sabemos
hasta cuando, pero ojalá que cuando nos toque irnos, seamos capaces de dejar un
recuerdo tan hermoso, tan amable y tan lleno de amor como el que tu nos has dejado.
Te quiere, mami.
Se te echaba de menos, querida. Tus textos siempre hornedos en dulzura, tal como tu niña hacía su repostería.
ResponderEliminarOjalá lo logremos, preciosa, hacer de nuestra vida algo que les haga sonreír y dejar un delicioso sabor de boca.
Querida Raquel, creo que te he escrito en varias ocasiones a algún buzón sin fondo... Te leo y te quiero. Un abrazo inmenso
EliminarHe vuelto aquí como una necesidad, en medio de otra "marejada"...
ResponderEliminarTe leo, aprieto fuerte el nudo de una pulsera que Mei y yo compramos juntas, me la volví a poner hace poco, y respiro.
Te mando fuerza, te doy las gracias, os mando también besos. Estoy aquí...
Muchas gracias Patri. Que buena amiga eres. Te enviamos un abrazo y esperamos poder verte algún día.
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