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El tren de nuestras vidas



Son las 8 y 20 de la tarde.

Estoy sentada en el andén de la estación de Monforte, como las vacas mirando el tren.
La estación está ahora como yo, congelada en el tiempo. En mi memoria recuerdos de una época en la que nosotros eramos felices.

Suena por megafonía el aviso "próximo a estacionar  tren procedente de Barcelona Sans con destino A Coruña" y minutos más tarde  "regional procedente de Ponferrada con destino  Ourense, vía 3" y pienso en aquellos innumerables viajes que hacíamos de Barcelona a Ponferrada para ver a la familia, allá por los 80.
Con los años, cuando nos trasladamos a vivir a Ponferrada y os hicisteis mayores, fueron vuestros estudios los que pusieron de nuevo el tren en nuestras vidas. El tren se llevaba a David a Ourense, cuando el diseño gráfico se cruzó en su camino y nos lo devolvía cada fin de semana .
Primero Ourense, luego Barcelona. Seis años de encuentros y despedidas en el andén... Más tarde aparecieron los destinos internacionales y pusimos Cardiff en el mapa.

María fue siempre más de autocar y por supuesto de avión. Sin embargo, el tren me la recuerda de un modo especial.
Aquel viaje que hicimos juntas hace 3 años por Bélgica, de tren en tren, es quizás una de la experiencias más intensas que ahora tengo en mi memoria para siempre. Un viaje, madre e hija, impagable. Que bien lo pasamos. Cuantas risas hija. Gracias María.

Hubo un tiempo en el que el sonido de las rueditas de las maletas sobre el suelo me producía con la misma intensidad alegría y tristeza. Ahora siento escalofríos y nostalgia.
María siempre pegada a su maleta, entrando y saliendo de casa con su inmensa sonrisa y ese abrazo gigante con el que igual decía hola que hasta pronto. Cuantas veces nos hemos despedido hija...

Ahora hace justo un año que te vimos y te disfrutamos por última vez. Fueron tus últimas vacaciones y, como siempre, viniste a estar con nosotros. El 30 de Agosto te llevamos hasta el aeropuerto de Barajas. Regresabas a Inglaterra y tu amiga Iria te acompañaba. Papá y yo volábamos el mismo día hacia Budapest. Nos despedidos, como otras veces, en el aeropuerto. Nunca imaginamos que sería tu último abrazo.

En la terraza del bar de la estación me tomo un café con leche y hielo, como a ti te gustaba. Yo antes no lo tomaba nunca. Lo hago para estar contigo de un modo material, y sigo con mis pensamientos entre vías.

He recordado que uno aquellos días de agosto le confesaste a papá que fue, precisamente en nuestra casita de Monforte, junto a la estación del tren, donde viviste el día más feliz de tu vida, y fue con Alex. La casita de Monforte que te encantaba, repleta de recuerdos de la abuela Maruja y aquellos maravillosos e interminables días de verano cuando eras niña. Quiero que sepas que le hemos puesto tu nombre "La casa de Mei".

Ahora, sentada en esta estación, pienso en todo lo que nos ha pasado y en que no podré compartirlo contigo más que en mi imaginación. Se que fue real, que la vida, aunque corta, te sonrió como tu a ella. No se como podremos encajar tanto dolor y seguir viviendo pero quiero soñar que encontraré la forma. Te lo prometo.

Veo a unas amigas abrazadas en el andén contándose al oído las últimas confidencias antes de partir, y a unos padres que buscan nerviosos la silueta de un chico entre las ventanillas del tren que se aproxima,  para tratar de acercarse deprisa a la puerta correcta a recibirle. Puedo sentir la emoción del encuentro y escuchar el latido acelerado de sus corazones. Son sensaciones que yo he vivido tantas veces...
Añoro esa experiencia llena de abrazos, de felicidad y esperanza.

Me fumo un cigarro, otro más.

El tren de Barcelona se aleja pero mis pensamientos no se van con él.
Yo sigo sentada, con la mirada perdida, y apenas noto que de nuevo la estación se queda vacía. Mi tren no va a pasar nunca.





Comentarios

  1. Cuánto amor y qué difícil saber lo que hacer con él para que no acabe con uno mismo.
    Me reconforta leer que sueñas con ese momento donde el sufrimiento sea otra cosa mucho más afín a vosotras. Yo también sueño con que sea posible.
    Por el momento no, por el momento no te voy a decir lo q se siente porque ya lo sabes.

    Jamás imaginé que un dolor tan insoportable fuera compatible con el alma, especialmente cuando está supuestamente protegida por la luz y el amor que sentimos.

    Ojalá nos pase cerca pronto un tren cargado de fuerza y esperanza.
    Un abrazo fortísimo.

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