Querida hija:
Con frecuencia la pereza y tu ausencia me ganan y evito
escribir por precaución, para no remover a conciencia este dolor que me cruje entera. Me siento
desganada frente al ordenador pero esta página en blanco me reta una y otra vez,
como si la lucha contra el silencio fuera la batalla que deba librar esta
tarde noche de lunes gris. Debo escribirte.
Vivo un océano embravecido, con olas que arremeten despiadadas contra las rocas firmes que han sostenido mi vida y van dejando la superficie repleta de una espuma densa y blanquecina que oculta la oscuridad que acecha en las profundidades. Tras cada tempestad, ese mar de nata me deja momentáneamente una extraña sensación de calma aunque soy muy consciente que lo oscuro sigue debajo, allí al fondo y que no desaparecerá con el tiempo.
Escribo contra viento y marea. Se que te gustaba que lo
hiciera. Que de algún modo me indicas que debo hacerlo.
Tecleo sin mucho sentido, borro, escribo algo, borro, lloro, borro, pienso, borro, me fumo un cigarro…
Nosotras que nos escribíamos preciosas cartas desde que eras una cria. Cartas que no necesitaban sello ni cartero porque del escritorio a la almohada no hacía falta. Cartas que afortunadamente conservo y que siempre fueron un tesoro repleto de mensajes que surgían del corazón y dejaban ver lo maravillosa que eras, María. Cartas para pedirnos perdón, para decirnos lo mucho que nos queríamos, cartas como regalo sorpresa e insuperable en la noche de reyes, cuando el mejor regalo no podía comprarse porque tu bien sabías que lo mejor de la vida no cuesta dinero. Siempre aparecían cartas bajo la almohada... Todos llorábamos al leerlas.
Hoy he encontrado una que escribiste a tu hermano David para su cumple hace 7 años, una eternidad... y otra, mucho más antigua, en la que nos perdías perdón, a papá y a mi, por alguna fechoría que ni recordamos… Que bonito es leerte y que triste.
Te escribo para decirte que sigo intentando dar un sentido a tu muerte, para decirte que no encuentro una razón para tanto sufrimiento, que me intriga el significado de la vida que hemos compartido juntas y que lucho con desesperación para aceptar, consciente de nuestra insignificancia ante el universo, lo que el destino ha querido otorgarnos.
Contemplo nuestra casa tan vacía y tan llena de ti al mismo
tiempo.
Me gustaría que supieras que estoy convencida de que tu energía nos está ayudando, y que de una forma que no logro entender, pues es sólo sentimiento abstracto, se que estás detrás de cada cosa buena que nos pasa. Tu hermano lo sabe perfectamente. Me lo dijo el otro día.
Me gustaría que supieras que estoy convencida de que tu energía nos está ayudando, y que de una forma que no logro entender, pues es sólo sentimiento abstracto, se que estás detrás de cada cosa buena que nos pasa. Tu hermano lo sabe perfectamente. Me lo dijo el otro día.
Vuelvo a la pantalla del ordenador y suspiro. Nuevamente el pensamiento se me vuelve a blanco.
Espuma, nata, sábana, leche, nieve, papel, luna y alma.
Te quiero.
Bellas palabras querida Marisa.
ResponderEliminarNo conocí tan d cerca a vuestra linda Mei como nos llega con tu suavidad, dulzura, amor de madre, amiga.
Sigue escribiendo y viendo la mano, el espíritu d Maria tras lo bueno q OS acontezca y OS acontece.
Éxitos a David en esa nueva empresa.
Felicidades.
Lourdes
Muchas gracias por tus palabras Lourdes. David se da por felicitado. Todos sabemos que algo mágico hay detrás de los nuevos acontecimientos. Un abrazo
Eliminar✈️💙
ResponderEliminarUn achuchón de chuli, preciosa
EliminarHoy te necesitaba leer Marisa ❤️
ResponderEliminarAsi es, toda tan vacío pero tan lleno de ella a la vez.
Mil gracias Sandri. Se que estás siempre ahí, como todas vosotras. María no podría estar más orgullosa de sus amigas. Un abrazo
EliminarPoco que decirte cuando todo lo dices, me quedo enganchada a esa parte que necesita descubrir el significado del tiempo con María vivido.
ResponderEliminarCuelgo obsesivamente de ese cuadro que se ha quedado ahí, parado en la última escena. Necesito encontrar el sentido en su máximo valor de estos 39 años, pero la rabia y el sufrimiento me ciegan.
Todos dicen q es cuestión de tiempo, yo creo q el tiempo sólo es una posibilidad. Pero vamos a tener q aferrarnos a ella y a imaginar de vez en cuando que nos traerá bellas y misteriosas respuestas. Mientras no llegan sigo escuchando cómo abre la puerta y lo invade todo de un tipo de alegría a la q se me prohíbe de por vida acceder. Cuánto los hemos querido...
Mil besos, querida.
Cuánto los hemos querido y cuánto los seguiremos queriendo. Un abrazo y mil gracias por estar siempre atenta, Raquel 💙💙
EliminarQuerida Marisa,
ResponderEliminarSomos hermanas del mismo dolor. Te abrazo de corazón a corazón.
Yo perdí a mi adorada hija hace casi ya ocho años. Ella tenía 16. También en un accidente automovilístico.
Te envío mi correo para, si quieres, escribirnos de otra manera.
liliane.hoth@gmail.com
"Hay alguien en mi que acaricia la vida dondequiera que vaya." Walt Whitman
Te mando mucha mucha luz!
Liliane
Querida Liliane. Gracias por llegar a mi a través de la lectura de este blog.
ResponderEliminarAhora que lo pienso, es curioso descubrir que el dolor por la pérdida de nuestros seres queridos, y por ende el amor que sentimos por ellos, consigue que conectemos con tantas personas desconocidas en tantas partes. Personas dispuestas a escuchar, a compartir, a acompañar... Ninguna alegría suscita tal conexión ¿no te parece? Siento tu pérdida terrible y confío en que estés aprendiendo a vivir sin los abrazos de tu preciosa hija, porque estoy segura de que ella vive permanentemente en tu recuerdo y en la de todos la que la conocieron. Un abrazo infinito