Ir al contenido principal

Hola ¿Cómo estás?



He vuelto a fumar. Lo hago de forma menos compulsiva que antes. 


Trato de controlarme aunque es justo cuando me pongo a escribir cuando necesito que el humo me ayude precisamente a difuminar las ideas, a suavizar los matices, a crear una atmósfera etérea más propicia, como esos días de niebla en los que el paisaje desaparece tímidamente y el ambiente es romántico como un cuento de Dickens. Con el humo, el negro se convierte en gris y eso me parece interesante aunque apeste.

Me preguntas ¿Cómo estás?


El humo lo envuelve todo y poco a poco mi cerebro va suavizando el dolor punzante de los primeros meses. La total aceptación sigue pareciéndome imposible de momento, pero ahí estoy, tratando de llevar mi duelo de la mejor forma que cuerpo y mente me permiten, otras veces creo que siento una incomprensible calma. No sé muy bien donde situarme emocionalmente pero doy gracias por las habilidades que estoy conociendo de mi misma y que me permiten no volverme loca. No puedo marcar la muerte de María como el punto final de nuestras vidas. Ella no me lo perdonaría, de modo que trabajo cada día mi duelo y con altibajos sigo el camino que la vida ha decidido para mi.

Salgo a caminar por la mañana con los auriculares puestos y la música, especialmente determinadas canciones, me conectan directamente a mis recuerdos sobre María. Cómo te gustaba la música. Siempre te recuerdo cantando y bailando. Maldito reggaeton hija, cuantas risas hemos echado haciendo el gamba.

Camino deprisa y en soledad. Lo necesito. Son ratos para nosotras. Me descubro contándote cosas en una conversación imaginaria pero que yo siento muy auténtica. Me respondo como estoy segura de que tú lo harías. Trato de conservar fielmente tus expresiones, tu risa, tu forma atropellada de mover ese cuerpo tan grande y lloro y rio durante la travesía. La brisa mañanera me atiza en la cara, apenas me cruzo con nadie. El sendero junto al rio va variando de día en día porque la primavera está despertando un nuevo ciclo de esta vida en la que no estás. Caminamos juntas.

Lucia se casa.
Siempre dijiste que sería la primera. Será en breve.
Me he comprado un vestido verde. Sé que te gustaría. Y aunque en esos ratitos de probador que solíamos hacernos te he echado tanto a faltar, Luci y Lola han estado ahí. Iré guapa hija y trataré de sonreír cuanto pueda porque es lo que te hubiera gustado. Estarás con nosotros todo el tiempo, como siempre María. David y Emma nos acompañaran y juntos brindaremos en tu memoria por la preciosa vida que compartiste con nosotros y por lo felices que nos has hecho. Estarás sin estar, porque por nada del mundo querías perdértelo.
Te quiere, mamá.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Caminar en silencio

Caminar en silencio. ¿Qué sentido tiene todo? Contemplo en mi camino la naturaleza, siento el frío, el cansancio, el barro pegado a mis botas de peregrina, la lluvia caer sobre mi cabeza... y pienso. Llevo la historia de mi vida sobre los hombros y la carga de esta amargura en la que estoy instalada pesa como una losa. Lloro con cada pensamiento. María lo llena todo y su ausencia me acompaña en cada paso. La imagino riendo como siempre, diciéndome: "Mami, no te ralles". La sueño asomada detrás de cada árbol para darme uno de aquellos sustos que siempre me sorprendían y que terminaban en un abrazo inmenso "mira que eres tonta, mamá jajajajaja". Camino. Quizás yo era la que menos confiaba en  poder completar mi peregrinar a Santiago, pero no quería defraudarla y se que María estaba de alguna forma conmigo alentándome en cada cuesta, animándome en cada descenso. Llegamos a Santiago el día 17 de Junio, justo 6 meses después de su accidente. Durante nuestros 12 d

Hoy hace 1 año de tu accidente

Hoy hace 1 año de tu accidente Esta madrugada hace un año que nuestras vidas quedaron hechas añicos. Todavía me cuesta creerlo. Con frecuencia retumba en mi cabeza el sonido del teléfono y aquél policía que trataba de explicarnos en inglés la gravedad del accidente que María y su novio acababan de tener. Algo instintivo me llevó a pensar aquella noche que no habría retorno. Sólo pedía entonces que mi hija “resistiera” para que pudiéramos verla con vida. Y María, que ya no estaba, nos esperó. Gracias hija. De alguna manera inexplicable, se que querías que estuviéramos a tu lado. Supe meses después de tu muerte, querida hija, que tenías previsto darnos una sorpresa y presentarte en casa el día 19 para pasar las navidades con nosotros. Casualmente tu billete de avión de regreso a Londres era para el día 5 de enero, de modo que el destino nos concedió justo los mismos días que tenias previsto compartir con nosotros, pero de otra manera. Con desesperación descubrí en s

Desnudarse

Razones para escribir. Dejar al descubierto las emociones y los sentimientos profundos siempre me planteó dudas. No me cuesta hacerlo con los amigos que me conocen, o con la familia que sabe lo que me ronda por la cabeza con solo mirarme a los ojos, pero abrir las ventanas de mi alma, de par en par, y dejar que todo el mundo vea lo que hay dentro, eso siempre me pareció correr riesgos. Bien es verdad que en esta oscura etapa de mi vida, en este nuevo yo que estoy intentando construir tras la demolición que ha supuesto la muerte de mi hija María, el miedo se ha diluido. La tragedia existencial, el infierno que he conocido, no puede situarme más abajo, y quizás escribir sin pudor, me ayude en esta deriva o en el más remoto de los casos, quizás pueda a ayudar a alguien. Cuando sucede lo innombrable. Yo, que ni siquiera sabía lo que era el duelo, me encuentro, de pronto, en un club al que nadie quiere pertenecer, el de los padres que han perdido un hijo. El club de las personas q