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Mostrando entradas de agosto, 2018

El valor de los hijos

Solo una única vez he deseado morir y fue hace muchos años. Creo habérselo contado a alguna amiga, haber hablado de ello en alguna confesión íntima sobre la experiencia de la felicidad y los hijos. Felicidad y muerte es una combinación difícil de entender, pero el deseo de finalizar es lícito en cualquier caso, tanto si se trata de terminar con el sufrimiento como si se trata de concluir algo que consideras perfecto. Vivir, morir, empezar, terminar...¿Se puede llegar a un estado de plenitud insuperable? Sucedió una bochornosa tarde de verano en nuestro pisito del ensanche de Barcelona. Era la hora de la siesta. Yo tumbada sobre la cama de aquel cuarto azul que habíamos preparado para los niños, y que presidia un enorme dibujo en la pared que había copiado de un cuento: un personaje del circo al que pusimos un nombre que ahora no recuerdo. Un hombrecillo sonriente, con bigote y una vistosa chistera que lucía un frac y unos pantalones de rayas anchas y que mantenía en el aire un

Hoy hace 8 meses

Leí en no sé donde, que perder a un hijo supone para una madre el increíble esfuerzo emocional de parir hacia adentro. Cuántas cosas extrañas he leído en búsqueda de algún consuelo. Supongo que mal no me han hecho. El dolor no hay quien lo mitigue pero leer sobre el duelo, saber cómo funciona y especialmente leer a otras personas que están pasando por procesos similares, me está ayudando, al menos, a quitarme importancia. No soy la única sufriente. No tengo la exclusiva. El dolor por las pérdidas de nuestros seres queridos nos rodea, y aunque cuando nuestro pequeño mundo funciona con "normalidad" no nos damos cuenta, el dolor y el sufrimiento están presentes en cada rincón; detrás de la puerta del vecino del cuarto, sentado en un banco del parque, bajo el brazo con la bolsa del pan caminando despacito por la acera o en el blog de una joven desconocida. Ahora que se lo que es, lo descubro en cada esquina. Forma parte de la vida. ¿Para qué? ¿Por qué? no he llegado todavía

El tren de nuestras vidas

Son las 8 y 20 de la tarde. Estoy sentada en el andén de la estación de Monforte, como las vacas mirando el tren. La estación está ahora como yo, congelada en el tiempo. En mi memoria recuerdos de una época en la que nosotros eramos felices. Suena por megafonía el aviso "próximo a estacionar  tren procedente de Barcelona Sans con destino A Coruña" y minutos más tarde  "regional procedente de Ponferrada con destino  Ourense, vía 3" y pienso en aquellos innumerables viajes que hacíamos de Barcelona a Ponferrada para ver a la familia, allá por los 80. Con los años, cuando nos trasladamos a vivir a Ponferrada y os hicisteis mayores, fueron vuestros estudios los que pusieron de nuevo el tren en nuestras vidas. El tren se llevaba a David a Ourense, cuando el diseño gráfico se cruzó en su camino y nos lo devolvía cada fin de semana . Primero Ourense, luego Barcelona. Seis años de encuentros y despedidas en el andén... Más tarde aparecieron los destinos interna