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Mostrando entradas de febrero, 2019

La onda expansiva de un gran duelo.

Junto a la desesperanza desgarradora que produce la pérdida de un hijo, llega el descalabro de la impotencia: la incapacidad de minorizar el dolor de los tuyos. La incapacidad total para ayudar y sostener a los tuyos. Un gran duelo lo desmorona todo.   Te hace añicos emocionalmente y alcanza a todos y cada uno de los tuyos. No queda títere con cabeza. Es un terremoto devastador en el que todos, familia y amigos íntimos, quedan destrozados en plena zona cero. Lo que trato de explicar es que, tras la muerte de un ser querido, además del propio duelo, del dolor por la pérdida,  surgen daños colaterales muy difíciles de gestionar.  Empezar a aceptar que lo que se ha perdido es para siempre produce una impotencia total que te deja completamente vacío y agotado y eso hay que digerirlo con las tripas, con la mente y con el corazón, pero tienes además que asumir la dura tarea de ser consciente de tu incapacidad para sobrellevar el duelo de los demás.. Miro con ojitos de co