Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2018

Naufragio

El duelo se presenta así, sin consuelo posible. No hay salida de emergencia. No hay escapatoria, ni puerta de atrás. Nada lo cura. Me veo en mitad de un naufragio, en un océano desconocido, una noche interminable de tormenta. Algunas personas que han conocido mi infortunio salen en sus barcas tratando de lanzarme un salvavidas, me llaman con desesperación, me alientan para que no desista y resista, como sea, los envites de este mar embravecido. Tratan de salvarme. En la negritud de la noche yo apenas los veo difuminados y escucho sus voces distorsionadas por la distancia y el oleaje. Los percibo tan lejos que no puedo alcanzarlos por más brazadas que intente. No se cómo hacerlo. No tengo fuerzas. La tormenta y el mar se lo tragan todo. Desde sus barcas, los sobrevivientes se esfuerzan intentando aproximarse hasta mi a palazos, casi hasta la extenuación. Algunos lo intentan muchas veces, otros sólo algunas y ante mi imposibilidad de asirme a nada, desisten y se alejan tratando d

Caminar en silencio

Caminar en silencio. ¿Qué sentido tiene todo? Contemplo en mi camino la naturaleza, siento el frío, el cansancio, el barro pegado a mis botas de peregrina, la lluvia caer sobre mi cabeza... y pienso. Llevo la historia de mi vida sobre los hombros y la carga de esta amargura en la que estoy instalada pesa como una losa. Lloro con cada pensamiento. María lo llena todo y su ausencia me acompaña en cada paso. La imagino riendo como siempre, diciéndome: "Mami, no te ralles". La sueño asomada detrás de cada árbol para darme uno de aquellos sustos que siempre me sorprendían y que terminaban en un abrazo inmenso "mira que eres tonta, mamá jajajajaja". Camino. Quizás yo era la que menos confiaba en  poder completar mi peregrinar a Santiago, pero no quería defraudarla y se que María estaba de alguna forma conmigo alentándome en cada cuesta, animándome en cada descenso. Llegamos a Santiago el día 17 de Junio, justo 6 meses después de su accidente. Durante nuestros 12 d

La carta que María dejó escrita

Esta es la carta que María, Mei para los amigos, dejó escrita con sus deseos para el 2017.  "Querido 2017: Sé que aún no nos conocemos y puede que pidiendo no sea la mejor manera de empezar, pero te juro que este año no son regalos lo que quiero. Este año no hay regalos, y no porque no tenga deseos, sino por todo lo contrario. Este año deseo que mis padres sean más libres, deseo que disfruten, que sólo piensen en ellos. ¡Que sean egoístas! y tu me dirás... ¡Uy... eso es muy complicado, cuando te conviertes en padre, tus deseos pasan a un segundo plano! pero yo pienso que ya va siendo hora de que se quiten esa mochila llena de responsabilidades y preocupaciones y que disfruten sin remordimiento, sin pensar en el qué pasará, sin tratar de dilucidar el futuro o arreglar el mundo. Este año deseo poder seguir contándoles todos mis secretos, seguir echando de menos los cafés con mi madre que son capaces de curar cualquier pena y resolver cualquier problema. Querido 2017, d

Silencio

De la fragilidad al amor Aquellos días, mientras María permanecía en coma, nosotros teníamos la sensación de estar cayendo en un abismo infinito directos hacia el infierno. Por primera vez, fuimos absolutamente conscientes de nuestra total fragilidad, de que no podíamos hacer nada, que nada estaba en nuestras manos. Estas tragedias te sitúan en el escenario de la vida como es, inseparable de la muerte, y te sitúan de golpe. Estamos a merced del destino, de la suerte o de Dios (cada cuál que elija) y de nada sirve revelarse. Ahora lo sé bien. Cuando algo así sucede, frente al shock, nuestro cerebro ralentiza todo (emociones, pensamientos, sensaciones..) para que vayas asumiendo sólo hasta donde seas capaz de soportar. Difícil de explicar pero real. Todo iba extrañamente lento, muy lento. Me costaba caminar, guardar el equilibrio, hablar, pensar… El mundo, Cambridge, el hospital, todo, absolutamente todo, se desdibujó hasta desaparecer. Estábamos solos, completamente solos