¿Qué diablos has hecho? ¿Qué pone ahí? David, siempre pendiente de nuestra aprobación, me mostraba entonces su primer tatuaje. Tenía la pierna cubierta con film transparente y la piel, aún inflamada, estaba impregnada de una especie de vaselina a través de la que se podía adivinar varias letras orientales sin mayor sentido. “Verás cuando cualquier japonés te diga que lo que llevas escrito es parte del nombre de un plato típico de un restaurante de comida barata”, le dije. No me gustaban los tatuajes y lo sabía. No me importó cuando decidió llevar rastas. El pelo se puede cortar, y luego crece. Aguantará a lo Bob Marley unos meses y luego, a otra cosa mariposa. Pero los tatoos, los tatoos se quedan para siempre y como yo soy indecisa por naturaleza, le daba vueltas a la cabeza y no podía dejar de pensar en el arrepentimiento que, tarde o temprano, acabaría llegando. Tratar de encontrar tu propio estilo forma parte de la adolescencia, y aquello con lo que te identificas
La muerte de mi hija María ha supuesto una demolición en nuestras vidas. Escribo para compartir mis sentimientos y recordar el gran regalo que fue tenerla.