Cae la tarde y desde la terraza veo difuminarse el relieve plateado de los tejados de pizarra y la silueta de San Pedro entre un haz de rayos anaranjados y un cielo púrpura con nubes deshiladas en azules y grises que me recuerdan a aquellas postales románticas que coleccionaba cuando era niña.
Nuestra terraza permanece pintada de ese azul del Nilo que
compramos juntas en el mercadillo de Ashila y que tanto te gustaba. Hace unos meses tus
amigos Iria, Óscar y Migui me trajeron un botecito del pigmento puro desde Egipto y que he guardado para repintar cuando el tiempo desconche también nuestras paredes. Se aproxima tu cumple y no puedo evitar que la
nostalgia me aplaste como si toda la belleza que estoy observando en el
universo se desplomara sobre mi cabeza. Sigo desconcertada con el tiempo, pero
ahora estoy segura de su relatividad porque a veces todo me parece que fue
ayer, y otras que han pasado ya mil años.
Recostada sobre la tumbona que usabas para tus baños de sol,
llevo mi pensamiento hacia el blanco absoluto
y todo el espectáculo de colores que tengo frente a mis ojos desaparece de
repente como cubierto por una sábana inmaculada tendida frente a mi nariz. Ahí,
en el blanco más puro, es justo donde mi corazón conecta con el tuyo. Imagino
que nuestras respiraciones se acompasan como cuando eras un bebé y te dormías
sobre mi pecho. Apenas nos costaba unos minutos que nuestros cuerpos se
acoplaran para que una calma total nos fundiera en un solo ser y perdiéramos la conciencia en un delicioso
sueño juntas.
Mi gran dormilona.
“Échate un ratito conmigo” me decías. “Échate un ratito má y
hacemos la cucharita” y yo me dejaba querer y me acostaba a tu lado porque en
realidad me parecía una oportunidad maravillosa para volver a tenerte en
exclusiva para mí, aunque los años habían
pasado tan deprisa que hacía mucho que me habías sobrepasado en talla y
sabiduría.
El re-sopor nos da la oportunidad de volver a ser aquellos
niños que fuimos, inocentes, sin prejuicios ni imposturas. A sentirnos queridos
y arropados por los nuestros sin sentir vergüenza porque necesitamos de sus
abrazos. Justo, a medida que mis hijos se fueron haciendo mayores, los re-sopores
fueron más y más importantes.
Que afortunados hemos sido que hasta de las camas de nuestra
casa hemos hecho un espacio de disfrute impagable!. Hace falta tan poco para ser
inmensamente feliz...
Vuelvo en mí al olor del chocolate caliente. Es tarde. El brownie debe
estar listo, María. No sé si este año sí merecería tu aprobado. Me cuesta
concentrarme en la receta y ya sabes que nunca he sido yo muy buena repostera, pero va a ser tu cumple y aunque ya jamás podremos celebrarlo como imaginábamos, he pensado en algo especial que te gustaría. Algunos amigos nos acompañarán para recordarte en ese lugar que tanto te gustaba. Escucharemos tu música y te leeré nuestro cuento. Y gritaremos tu nombre a los cuatro vientos para que el universo entero sepa lo mucho que te queremos y que te echamos de menos, pollito mio.
Mientras transcurren los días sigo escribiendo a modo de terapia emocional y por mantenerme haciendo algo que me permita ir acumulando recuerdos, ideas, sentimientos… Quiero
contarte que nuestras pequeñas historias sirven de inspiración a otras personas que
me dicen que ahora son mucho más conscientes de que el tiempo es limitado e
imprevisible y que no quieren perderse “los momentos mágicos” que nosotras
hemos vivido. Las lágrimas derramadas tendrán sentido María. Es una sensación alegre y tan triste a la vez, como todas las que están por llegar desde que tu no estás, mi vida.
Cada persona, cada familia, deberá encontrar su propio método, pero
disfrutar y amar es la fórmula que tú nos has dejado y que guía nuestras vidas.
Te quiero.
Mamá
Felicidades María. Recuerdo perfectamente el primer cumpleaños que celebré contigo en tu casa. Era septiembre de 2007 e ibas a hacer una fiesta en casa. Había un ambiente muy festivo y te estuve ayudando a decorar. Todo el salón y parte del pasillo, estaba lleno de banderitas y estabas decorando tu tarta de chocolate con lacasitos de colores. Todo se llenó de gente en poco rato, jamás he vuelto a estar en otra fiesta donde hubiese tanta gente diferente y tan buen rollo a la vez. Me presentaste al resto de amigos que aún no conocía y me integraste como una más. Jamás pensé que me sentiría tan arropada con gente tan desconocida para mi y sin duda, fuiste tu la culpable :)
ResponderEliminarHoy me tomaré algo dulce pensando en ti.
Muchísimas gracias Noe. Gracias por compartir estos recuerdos y por venir a visitarnos con Carlos. Tus abrazos que nos reconfortaron el alma.
EliminarYo he hecho brownie en su recuerdo, te envío un pedacito virtual. Muchos besos para dos.