Ir al contenido principal

El cumpleaños de Luis


¿Qué es el amor?

Soy muy consciente de que me hago preguntas estériles. Me interrogo sobre la vida y sobre la muerte, sobre cómo y por qué nosotros hemos llegado a este punto. Insisto inútilmente en distraer mi pensamiento y encontrar un sentido, una razón para todo lo que nos ha pasado, sabiendo que no me conducirá a nada, como las olas que golpean contra las rocas en esa esquinita de la playa de Barra, y que se diluyen en el océano tras cada envestida. Una, otra, una, otra… Furia y vuelta a la calma infinitamente. En cientos de años seguramente las angostas aristas de los peñascos se redondeen definitivamente y la arenisca desprendida forme una nueva playa que alguien del futuro disfrute, pero yo no tengo tanto tiempo.

Hace meses que tenemos la mirada perdida en el infinito y esos silencios que nos acompañan tantos ratos son ahora nuestro tiempo. Estamos sentados frente al mar. Podemos pasarnos horas así, juntos, cómplices, sin pronunciar palabra. Manteniendo conversaciones abstractas con el pensamiento. Reflexiones que van tejiendo, a la par, la historia de nuestra pequeña familia y la endeble red que sostiene ahora nuestras vidas.
Te observo y veo reflejada mi tristeza en tu cristalino. Esa tristeza que no puedo aplacar y que nos acompaña como una chepa a la espalda. Me miras, te miro y a veces no nos reconocemos. 


Lo único que deseas no puedo dártelo. Se lo llevó el destino.

Hoy es tu cumple y no te he comprado nada. Nada que se pueda pagar llenará de alegría tu día. Ni hoy, ni mañana.  Siempre lo tuvimos claro: lo importante, lo que verdaderamente nos hace felices, no está en el mercado ni puede envolverse en celofán de colores y ponerle un lazo. Aún así  siempre nos permitimos un detalle para que tu día resultase diferente. Abrir un regalo, soplar las velas, pedir un deseo, brindar, soñar y reír era entonces tan fácil…

He vuelto a mi costumbre epistolar sabiendo que María también te habría escrito una carta llena de afectos y de agradecimientos. Querido papichulo: …

Sonríes al leer el mensaje de David que consigue llenar de esperanza y felicidad esa mitad que nos queda, porque la otra está arrasada. Sonríes y lloras a la vez. Y aceptas con agradecimiento las felicitaciones y los abrazos que te llegan de amigos y familiares. Está en tu condición intentar que todo parezca más fácil, menos dramático, pero yo no sé qué decirte. Me duele doblemente el alma. Y de nuevo, con una caricia suave difuminas las lágrimas que dibujan caudalosos ríos en mis mejillas y me abrazas. Y yo me encojo de hombros y te susurro al oído que te quiero, que mi amor es lo único que puedo regalarte. Que grande eres amor mío.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Caminar en silencio

Caminar en silencio. ¿Qué sentido tiene todo? Contemplo en mi camino la naturaleza, siento el frío, el cansancio, el barro pegado a mis botas de peregrina, la lluvia caer sobre mi cabeza... y pienso. Llevo la historia de mi vida sobre los hombros y la carga de esta amargura en la que estoy instalada pesa como una losa. Lloro con cada pensamiento. María lo llena todo y su ausencia me acompaña en cada paso. La imagino riendo como siempre, diciéndome: "Mami, no te ralles". La sueño asomada detrás de cada árbol para darme uno de aquellos sustos que siempre me sorprendían y que terminaban en un abrazo inmenso "mira que eres tonta, mamá jajajajaja". Camino. Quizás yo era la que menos confiaba en  poder completar mi peregrinar a Santiago, pero no quería defraudarla y se que María estaba de alguna forma conmigo alentándome en cada cuesta, animándome en cada descenso. Llegamos a Santiago el día 17 de Junio, justo 6 meses después de su accidente. Durante nuestros 12 d

Hoy hace 1 año de tu accidente

Hoy hace 1 año de tu accidente Esta madrugada hace un año que nuestras vidas quedaron hechas añicos. Todavía me cuesta creerlo. Con frecuencia retumba en mi cabeza el sonido del teléfono y aquél policía que trataba de explicarnos en inglés la gravedad del accidente que María y su novio acababan de tener. Algo instintivo me llevó a pensar aquella noche que no habría retorno. Sólo pedía entonces que mi hija “resistiera” para que pudiéramos verla con vida. Y María, que ya no estaba, nos esperó. Gracias hija. De alguna manera inexplicable, se que querías que estuviéramos a tu lado. Supe meses después de tu muerte, querida hija, que tenías previsto darnos una sorpresa y presentarte en casa el día 19 para pasar las navidades con nosotros. Casualmente tu billete de avión de regreso a Londres era para el día 5 de enero, de modo que el destino nos concedió justo los mismos días que tenias previsto compartir con nosotros, pero de otra manera. Con desesperación descubrí en s

Desnudarse

Razones para escribir. Dejar al descubierto las emociones y los sentimientos profundos siempre me planteó dudas. No me cuesta hacerlo con los amigos que me conocen, o con la familia que sabe lo que me ronda por la cabeza con solo mirarme a los ojos, pero abrir las ventanas de mi alma, de par en par, y dejar que todo el mundo vea lo que hay dentro, eso siempre me pareció correr riesgos. Bien es verdad que en esta oscura etapa de mi vida, en este nuevo yo que estoy intentando construir tras la demolición que ha supuesto la muerte de mi hija María, el miedo se ha diluido. La tragedia existencial, el infierno que he conocido, no puede situarme más abajo, y quizás escribir sin pudor, me ayude en esta deriva o en el más remoto de los casos, quizás pueda a ayudar a alguien. Cuando sucede lo innombrable. Yo, que ni siquiera sabía lo que era el duelo, me encuentro, de pronto, en un club al que nadie quiere pertenecer, el de los padres que han perdido un hijo. El club de las personas q